Arena dorada, aguas cristalinas y paisajes volcánicos sin parangón. Así se define Lanzarote: una isla por descubrir. El paraíso está más cerca de lo que imaginabas y con precios al alcance de todos los bolsillos.
¿Es necesario recorrer medio mundo para encontrar la paz y la tranquilidad en una playa? La respuesta es un rotundo ‘no’. A menos de tres horas en vuelo directo desde la Península, alguna más desde Baleares, se encuentra una isla en su totalidad declarada como Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Lanzarote es un destino ideal para aquéllos que quieran perderse en playas salvajes y no masificadas como la del Papagayo y también para los interesados en descubrir unos parajes más propios de Marte que de nuestro planeta. Y es que entre tanta tierra volcánica tendrás la sensación de estar pisando un lugar mágico. El Parque Nacional de Timanfaya, los Jameos del Agua, la Cueva de Los Verdes son algunos de sus muchos puntos de interés.
En los últimos años la demanda ha aumentado entre el turismo deportivo. El buen clima ha llevado a la isla a explotar la vertiente deportiva dentro y fuera del agua. A los amantes de las olas no habrá que explicarles que el surf en Lanzarote es equiparable al de sitios tan emblemáticos como Bali, Australia o Maldivas refiriéndose los expertos en la materia a Lanzarote como el Hawái de Europa.
Entre sus costas, el surf convive pacíficamente con el kitesurf, el paddle surf, tan de moda entre el famoseo, y los cursos de buceo por su espectacular fondo marino con multitud de especies que ganan en atractivo en esas aguas siempre relucientes. Mar adentro toda su belleza se puede visualizar a lomos de una bicicleta. Una de las rutas más solicitadas es la que transcurre entre el pueblo costero de Arrieta y la playa de la Caleta de Famara. El contraste de paisajes te dejará con la boca abierta, como le ha ocurrido a algún miembro del equipo de Karakorum Adventure en su visita a la isla.